Palabras clave: Sequía, seguridad alimentaria, seguridad hídrica, precio de los alimentos.
A un año prácticamente de la contingencia por la COVID-19 como humanidad hemos podido ser testigos de los impactos que generamos sobre nuestro propio hábitat, el sobrecrecimiento poblacional, la explotación de los recursos naturales está generando un sobrecalentamiento del planeta, que en los últimos 5 años ha aumentado un 25% más la temperatura. La sequía genera impactos importantes en la producción de alimentos, paraliza la economía, aumento de la migración, la inseguridad y si ser menos importante, las enfermedades diarreicas y la deshidratación principalmente, impactan en la vida y salud de las personas. La sequía es uno de los eventos hidrometeorológicos severos naturales con grandes impactos en el planeta; todos los seres y organismos vivos de este planeta necesitamos del agua. De acuerdo a la Organización de la Naciones Unidas las personas presentan una seguridad hídrica cuando “existe la capacidad de una población para salvaguardar el acceso sostenible a cantidades adecuadas de agua de calidad aceptable para mantener los medios de vida, el bienestar humano y el desarrollo socioeconómico, para garantizar la protección contra la contaminación del agua y los desastres relacionados con el agua, y para preservar los ecosistemas en un clima de paz y estabilidad política«.
A nivel mundial 690 millones de personas padecen inseguridad alimentaria, que significa que no tienen un acceso regular a los alimentos que necesitan para crecer, desarrollarse al no lograr mantenerse saludables. La inseguridad alimentaria debe analizarse desde la seguridad hídrica y la escasez de agua afecta aproximadamente al 40% de la población a nivel mundial, por lo que la sequía será un factor de riesgo para mayores desplazamientos humanos. Con la COVID-19 se presentó una mayor demanda del agua líquido agravando las problemáticas. El cambio climático se está convirtiendo en un tema cada vez más importante por sus impactos en la vida de cualquier persona, para el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), define los refugiados ambientales como “Aquellas personas que se ven obligadas a abandonar su entorno de vida tradicional, temporal o permanentemente, debido a una alteración clara del entorno (natural y/o causado por personas) que estaba en peligro”.
Las actividades económicas sobre todo requieren de este recurso vital y ha sido este mismo sistema quien ha generado los mayores impactos y estragos ambientales y con ello un urgente mecanismo para integrar su cuidado, preservación, uso racional e incluso una cuota de agua, pero este no es el tema en este momento.
Los impactos ambientales y a la salud se observan a la par que la evidencia presenta un incremento en los niveles de pobreza en el mundo y por ende de la inseguridad alimentaria y nutricional, los impactos económicos serán aún mayores, esto aunado a una deficiente calidad de vida. En México y en el mundo las cifras incrementadas de obesidad es un problema que condiciona un mayor desarrollo a diabetes, hipertensión, dislipidemias y sobre todo de enfermedades infecciosas, el acceso a agua de calidad forma parte de asegurar la salud.
Para México, el primer trimestre de abril, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) presentaba el primer reporte de sequía (ver imagen 1). Cuyos impactos además de los ya mencionados, son la falta de acceso de alimentos en cantidad y calidad y, el incremento de los precios de los mismos con la caída de 14.2% en la producción de frijol y el aumento del precio del maíz; al mismo tiempo se vuelve un obstáculo esta falta de acceso a un agua de calidad a los protocolos de COVID-19 como es el lavado frecuente de manos, lavado y desinfección de frutas y verduras, uso de agua potable para la preparación de los alimentos. Estas acciones si las trasladamos a las unidades económicas del sector alimentos se complica aún más.
Imagen 1. Reporte del Monitor de sequía, al corte del 30 de abril de 2021. Fuente: CONAGUA.
Tenemos que sumarnos a las acciones para preservar el agua así que dejo algunas sugerencias:
- Educación y concientización: Generar una cultura del agua, evitar su desperdicio, revisar fugas, usar sólo el agua necesaria.
- Si eres una empresa y tienes un distintivo de Responsabilidad social, revisa qué metas e indicadores tienes para el agua o si quieres obtener el distintivo un buen proyecto es sobre el tema del cuidado del agua.
- Implementar tecnología y políticas institucionales para modificar los procesos que lleven a un menor consumo de agua.
- Integrar cosechadores de agua de lluvia.
- Mejorar la gestión del agua por parte de los gobiernos.
- Visitar el monitor de sequía del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Finalmente comparte tus experiencias sobre todo si son exitosas, necesitamos no sólo recomendaciones sino conocer a todas esas personas e instituciones que están emprendiendo acciones y ya cuentan con resultados.
Escribe a revista@nutrisig.com.mx y platica tus experiencias queremos conocerlas.
Referencias:
- Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático 2017. El trabajo de la FAO sobre el cambio climático. Disponible en: https://www.uncclearn.org/wp-content/uploads/library/spa_4.pdf
- FAO. 2011. The state of the world’s land and water resources for food and agriculture (SOLAW) – Managing systems at risk. Food and Agriculture Organization of the United Nations, Rome and Earthscan, London. Disponible en: https://www.fao.org/3/i1688e/i1688e.pdf
- UNAM. Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático. Sequía 2020-2021: La segunda más severa del registro reciente. Disponible en: https://www.atmosfera.unam.mx/sequia-2020-2021-la-segunda-mas-severa-del-registro-reciente/